La historia del deporte, a menudo, se centra en los triunfos y las figuras legendarias, dejando en el olvido a aquellos que, a pesar de su talento, se vieron truncados por el destino. Tal es el caso de Charles Thomas, un pívot estadounidense que, a finales de los años sesenta, prometía ser una superestrella del baloncesto español. Thomas brilló en equipos como el Sant Josep de Badalona, el Barcelona y el Manresa, donde fue máximo anotador en dos temporadas consecutivas, cautivando al público con su carisma y potentes mates. Sin embargo, su meteórico ascenso se vio abruptamente interrumpido por las lesiones, que lo llevaron a recluirse y, finalmente, a desaparecer sin dejar rastro, sumiéndose en el anonimato durante décadas.
El enigmático destino de Charles Thomas, casi olvidado por completo, resurge gracias a la labor del periodista Carlos Jiménez, quien, tras años de haber documentado su caso, recibe una llamada que lo impulsa a desentrañar la verdad. Esta búsqueda se materializa en «Temps Mort», un documental de true crime dirigido por Fèlix Colomer Vallès, que busca resolver el mayor enigma del baloncesto español. La película, que cuenta con testimonios de excompañeros de Thomas y recreaciones dramatizadas, se estrenará el 12 de septiembre de 2025 en salas de cine españolas. Es importante destacar que, según datos históricos, la tasa de jugadores que alcanzan el estatus de «estrella mundial» en el baloncesto es inferior al 1%, lo que subraya la excepcionalidad del talento de Thomas y la magnitud de su desaparición. Además, el caso de Thomas es un recordatorio de cómo la salud mental y las lesiones pueden afectar gravemente la carrera de los deportistas, un tema que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta a uno de cada cuatro atletas de élite en algún momento de su carrera.
Amy Lynn Bradley, una joven estadounidense de 23 años, desapareció misteriosamente en la madrugada del 24 de marzo de 1998 durante un crucero familiar de la Royal Caribbean International con destino a Curaçao. La última vez que se la vio fue cuando su padre la observó durmiendo en el balcón de su camarote alrededor de las 3:00 AM, y luego su hermano la vio acostada en su cama a las 5:15 AM. A las 6:00 AM, al llegar a Curaçao, sus padres descubrieron que Amy no estaba en la habitación, la puerta del balcón estaba abierta y sus sandalias estaban afuera.
A pesar de una búsqueda inicial exhaustiva por parte de la tripulación y las autoridades de Curaçao, no se encontró rastro de Amy. Desde entonces, se han manejado varias teorías, desde una posible caída al mar hasta un secuestro o un encuentro con alguien a bordo.
Se han reportado avistamientos no confirmados de una mujer parecida a Amy en Curaçao y otras islas del Caribe, incluyendo un supuesto encuentro en un burdel donde la mujer tenía tatuajes similares a los de Amy. En 2005, la familia recibió una fotografía anónima de una mujer tatuada que se parecía a Amy, pero los análisis forenses no fueron concluyentes.
La familia Bradley ha dedicado su vida a encontrar a Amy, ofreciendo recompensas y realizando una intensa campaña mediática. El FBI también ha estado involucrado en la investigación. Sin embargo, más de dos décadas después de su desaparición, el caso de Amy Lynn Bradley sigue sin resolverse, manteniéndose como un enigma doloroso y un recordatorio de los peligros inesperados.
A lo largo de los años, se han barajado diversas teorías sobre la misteriosa desaparición de Amy Lynn Bradley. Estas son algunas de las más consideradas:
Caída Accidental al Mar: Esta fue una de las primeras posibilidades que se contemplaron, dado que la puerta de su balcón estaba abierta. Sin embargo, su familia siempre ha considerado esta teoría poco probable, ya que Amy era una nadadora experimentada y no había condiciones climáticas adversas significativas esa noche. Además, no se encontraron rastros de que hubiera caído.
Secuestro: Esta es la teoría principal que sostiene la familia Bradley. Creen que Amy pudo haber sido víctima de un secuestro, posiblemente con fines de trata de personas. El hecho de que no hubiera señales de una caída o de que ella se hubiera ido voluntariamente sin llevar consigo sus pertenencias refuerza esta posibilidad en su mente.
Encuentro Voluntario con Alguien: Se ha especulado que Amy pudo haber conocido a alguien a bordo del crucero y haber decidido desembarcar con esa persona en Curaçao o en alguna parada anterior. Sin embargo, su familia insiste en que no había indicios de que estuviera involucrada sentimentalmente con alguien y que no se iría sin avisarles.
Víctima de un Crimen a Bordo: Otra teoría sugiere que Amy pudo haber sido víctima de un crimen ocurrido dentro del barco, y que su cuerpo fue posteriormente arrojado al mar para ocultar la evidencia.
Tráfico Sexual: La teoría del avistamiento no confirmado en un burdel en Curaçao en 1999, donde la mujer tenía tatuajes similares a los de Amy y parecía asustada, ha alimentado la especulación de que pudo haber sido víctima de tráfico sexual.
Es importante destacar que ninguna de estas teorías ha sido probada de manera concluyente, y el caso de Amy Lynn Bradley sigue siendo un misterio sin resolver. La falta de evidencia sólida y la naturaleza confusa de los pocos avistamientos no confirmados han dificultado enormemente la resolución del caso. La familia Bradley continúa buscando respuestas y aferrándose a la esperanza de encontrar a Amy.
La angustia se apodera de Cuyotenango! Una repentina y brutal correntada en el río Los Ajos, Suchitepéquez, ha dejado en la incertidumbre a una familia entera. Leydi Marisol Miranda Morales, de tan solo 26 años y con cinco meses de embarazo, y su pequeña hija Astrid López Miranda, de 5 años, fueron tragadas por las aguas turbulentas el pasado viernes.
En horas de este día apareció un cuerpo , pero aun no es identificado, podría ser de una de las desaparecidas.
Lo que comenzó como un tranquilo día de esparcimiento familiar a orillas del río, se tornó en una pesadilla cuando una furiosa avalancha de agua descendió de las montañas, arrastrando a varios bañistas. Mientras algunos lograron luchar contra la corriente y alcanzar la orilla, la joven madre y su hijita no corrieron la misma suerte.
Desde el fatídico viernes 2 de mayo, una incansable labor de búsqueda se ha desplegado en la zona. Elementos del Ejército, valientes cuerpos de socorro, solidarios vecinos y diversas instituciones han unido fuerzas en una carrera contrarreloj para dar con el paradero de Leydi Marisol y Astrid. La esperanza, aunque tenue, persiste mientras cada rincón del río y sus alrededores son rastreados minuciosamente. La comunidad entera se mantiene en vilo, aferrándose a un milagro en medio de esta dolorosa emergencia.